Ḷaurent


Parecía que en la inmaculada nieve se plasmaba la negrura de mi corazón en cada paso que daba. Pero no era amargura suscitada por el cruento invierno y su grisáceo paisaje, si no que de tus labios desvanecidos de color porque la muerte acalló tu último soplo. Tu cuerpo reposaba en un lecho-mortaja. En mi dolor, a mis ojos, te veías tan hermoso. Me senté a tu lado y te besé aún así en tu boca violácea. Tomé tus manos blanquecinas casi al punto rígidas, y dije adiós. 

Con el frío despiadado abrazándome, recuerdo tus palabras cuando caminábamos por los campos Elíseos de París. Decías, -¿Ves el horizonte en lento crepúsculo? Ahí te voy a llevar-. Ahora mientras camino con mi sentida soledad sólo veo un horizonte obscuro, y claramente tu espectro que me convierte también en un alma en pena. O quizás siempre lo fuimos, pero ahora tu carne y tus huesos ya no están. aurent.


Ṿolver

¿Puede el tiempo cambiar quién eres? Es que más de una vez huyes de ti mismo para evadir la soledad o para cavilar sobre tu existencia. Y los años pasan. Pero el mismo tiempo da una respuesta: No, no puedes cambiar a tu esencia. Así, aun que te hayas exiliado de ti mismo, un día vuelves. Puede suceder que sientes júbilo por haberte nuevamente encontrado o quizá te dices a ti mismo “no, otra vez no”.
Me pasa que siento jolgorio de luego de tantos días-siglos haber regresado de mi autodestierro del blog que estás leyendo. Acá entre las palabras que alguna vez escribí, me he visto y sentido. Entre la decadencia, transgresión y esas frases con olor a sexo que dejé sepultadas acá: Yo vivo.
Ahora en este justo instante piensa en quién eres. ¿Te sentiste bien o rechazaste? En ambos casos digo que la propia aceptación conlleva a abrazarte a ti mismo. Sálvate de la negación porque de lo contrario sólo vivirás en tus propios pensamientos.

Ҏérfida

Mis largas uñas dibujaron extrañas figuras ensangrentadas en su espalda. Su pene enrojecido, lacio y estrangulado parecía casi muerto entre sus piernas. Sí, un hermoso color púrpura pintaba su sexo y sus testículos. Sólo faltaba un cigarrillo para culminar la sesión y el placer-dolor de ese hombre que tembloroso se vestía. En la soledad: risa perversa la mía casi oculta entre el humo del tabaco y en la oscuridad de la noche bendita.
My long fingernails draw strange figures bloodstained on his back. His flushed, limp and strangled dick was looked almost dead between his legs. Yes, a beautiful purple colour stained his sexual attribute and his testicles. Only a cigarette was missed to finish the session and the pleasure-pain of this man dressed in trembling. In solitude: my evil laughter almost hidden inside tobacco smoke and in the blessed darkness of night.





Posesión



En esa habitación en penumbras, él se follaba a esa mujer con fuerza bruta. La pobre gemía y lloraba pendiendo de sus brazos sudados y musculados. El acto, me mojaba hasta el alma mientras saboreada un bourbon denso. Y un morboso y voyerista placer me arrebataba el aliento al tener en cuenta que esa bestia era sólo mía.






Cabrón



Esa habitación olía a mierda por tan profunda sodomización. Una y otra vez. Una y otra vez. Me dolía tanto. Las venas rotas del ano. El muy maldito, en vez de pedirme que le diera la espalda, exigió que me recostara decúbito dorsal sólo para ver mi expresión de sufrimiento. Las piernas sobre sus hombros. De este modo, por buen rato. Con violencia. Seguidamente, hizo que se la mamara con todo ese sabor y aroma. De rodillas. Arcadas. Hasta la garganta. Bofetadas de verdad. La saliva escurría por la comisura de mis labios y caía en lava por mi mentón. Y él, en tanto, obligaba a succionar a su verga aunque me faltara la respiración.

Masoquista

Cansa conocer a personas en la vida. Cansa ir a citas, a fiestas, a un bar. Cansa hurgar en las redes sociales para hallar lo que quizá no existe. La búsqueda nunca acaba, puto cansancio. Aún así, sigues aunque te hayas jurado que la última vez fue la última vez porque simplemente no te da más el cuerpo y el alma. Pero ni te das cuenta y otra vez estás en lo mismo: alguien te está dando por el culo en una habitación que no es tuya. Y el dolor sodomítico se confunde con el dolor existencial. Mierda, duele tanto. No sabes si gemir o llorar. El círculo vicioso pareciera que se resiste a morir.

Incestuosa espera



Confieso que no sólo me calientan tus advertencias sodomíticas forzadas y sin preparación alguna. Lo que más me hace desearte y elucubrar situaciones pervertidas, es el sentimiento incestuoso que me provoca tu figura segura, fuerte, paternal y protectora.

Te juro que voy a levantar mucho mis caderas estando boca abajo en tu cama para que no quede ni un pedazo de tu pene afuera.
No me va importar que sienta asfixia por el peso de tu cuerpo.
No me va a importar cuánto me pueda doler.
No me va importar que me levantes la cabeza tirándome el pelo para que succione tu lengua y para que te diga cuánto me gusta.
Si no aguanto el dolor y llego a llorar, sé que no perdonarás y que me darás más fuerte aún.

Justo ahora cierro mis ojos y siento como chorrea tu semen por entremedio de mis nalgas.

Justo ahora cierro mis ojos y siento toda tu protección. Vuelvo entonces a ser la niña de ayer. Pero contigo estoy segura.

Soy tu hija y tu perra. Cuando termines de matarme, no me dejes de abrazar.


Larga espera ésta. Lo único que quiero es que estés aquí.