En pie de guerra, ambas ninfas entre lenguas hábiles y diestras disputaban el preciado báculo. Escurría la ansiedad por el triunfo en gruesas lágrimas de saliva sobre el endurecido tesoro. Después, la victoria; y también la paz: un beso blanco de sal líquida, espesa y caliente…
amo tu narrativa, amo el postporn modernist
ResponderEliminarMe sumo al comentario anterior. Joder que sutileza este escrito tuyo, como podéis ser bizarra y sutil a la vez!!!!!
ResponderEliminarlo repetí muchas veces, el amor es un poco de sentimentalismo y mucho sexo, ahora sé que el amor sabe a una sal líquida, espesa y caliente. si no saben, mucho menos sabran amar.
ResponderEliminarEchaba de menos esto M. :*
ResponderEliminarDelicioso, malicioso!!!
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