Inside



La bulla infeliz de la avenida me despertaba. Después, esa maldita sensación de no saber dónde estás para recordar a los segundos siguientes qué hiciste hace pocas horas atrás. Lo primero que aparece en la memoria, es que durante toda la noche un hombre me empaló en reiteradas ocasiones con su pene negro perfecto, casi azulado. Aún con este cansancio terminal, recuerdo las mamadas que le di apesar de las constantes arcadas. Mi saliva se confundía con el vino tinto bebido y el semen blanquecino eyectado de su verga apresada en mi boca. En ese instante, placer. Ahora, asco.


Así, medio despierta, reconozco que aún estoy drogada. No sé si el techo es el suelo o si éste es él. Estoy violada, maltratada y casi inerte por el popper, absenta y todo lo generado por la euforia de un encuentro sádico. A lo lejos, pero muy cerca, escucho bocinazos de autos; y a las ratas bajo el piso de este viejo edificio que intenta empinarse hasta el cielo en este Santiago prostituido en las perversiones de quienes intentan escapar de la soledad. Como yo.

En escenas fragmentadas, recuerdo que él fue yo y yo fui él, y ambos ella. También uno y muchos. Confusión demencial. Esta es la sensación de uno de esos sueños incongruentes de los que nadie quiere experimentar para no conocer el vértigo onírico. Ya sabes, sientes que estás cayendo a un abismo sin fin al tiempo en que las vísceras van saliendo por tu boca. Justo te despiertas cuando logras sortear el mal final. Pero yo soy una loca, quise morir para ser mierda de la mierda en un sueño consciente provocado por substancias químicas aderezadas por la pija de ese desconocido conocido y su amiga de tetas siliconadas.

Pero ahora el tiempo corre con o sin Tánatos. Tengo el rostro colgando, está desprendiéndose del armazón óseo. Empiezo a babear hilos de saliva que caen como lava en mi piel. Me desagrada hasta el hartazgo junto con la sensación de inundación sanguínea en mi cerebro. Me enderezo. Sigo vegetando. Debí haberme hecho caso. Cumplir la promesa que le hice a una de las mujeres que observaba en el espejo la noche antes de perderme. Le dije, -puta, te juro que no saldré para que me destrocen o yo destrozar a quienes me apetezcan. Para qué, si al finalizar la jornada, mi miseria existencial permanecerá estoica en el umbral de mi mundo para recordarme quién soy y la sentida ausencia de él-. Pero soy una suicida, y aquí estoy. No me perdono.

Después de que te aparecieras en este estado drogadicto, el ardor de los pezones mordidos y mi mal traer casquivano, no importan. Casi lucidez. Ahora sólo evoco lo que fuiste y eres. Recuerdo tus blancas manos. Tus dedos largos en comunión con aquel cigarrillo que sostenías con propiedad. Recuerdo el tono de tu voz y esos “maricona mía” que tanto me gustaban las veces que nos masturbábamos con palabras. Recuerdo a tu gato, la promesa pactada entre ambos para estar siempre acompañándose; y de los requerimientos que él exigía para yo poder estar contigo. Recuerdo cada carta tuya, como recreabas historias en los juegos onanistas para estar juntos en carne porque nos separaba un océano desgraciado. Y hasta recuerdo la sonrisa que no vi porque estábamos tan lejos uno del otro. Pero qué sabes tú ahora de las reminiscencias que dejaste en los salones de mi memoria y que aún pregunto por ti a la inmensidad de la nada. Eres ignorante de todo. Y de los esfuerzos que he hecho para explicarte que los malos entendidos de una conversación carente de expresiones, fueron los culpables. Y tus paradigmas irrestrictos y cabrones. Y la ansiedad de perderte.

Con los ojos ensangrentados por el quehacer de la noche, te dejo ir de los pensamientos. No quiero destruirme más de lo que estoy. Entonces, ignoro el amor parido que aún te tengo y el sonido del reloj maldito que enloquece a mis sesos. Sé que hoy es sábado y que es algo tarde. Aún permanezco en el limbo. Me incorporo y siento sobre este impoluto sudario que huele a semen, a secreciones vaginales y a perfumes que nunca más voy a volver a oler. La desorientación es atroz. No soporto el débil black-out de las cortinas que dejan colar los rayos del cruel sol; y me asquea el olor a tabaco rancio y vivido que invade esta habitación que pareciera que sobrevive a duras penas. Me examino. Tengo sangre seca en las uñas y dos mascadas exageradas en la entrepierna. Meto mis dedos en la concha para comprobar si hay residuos de esperma. Huelo. No hay nada. Que desdicha tan grande es la que siento. 

Aún pegada a las sábanas, no tengo noción de nada. Por la agitación que se filtra por los ventanales: afuera las personas siguen sus caminos, los perros pasean por el parque. Se respira la felicidad de la inconsciencia de la normalidad. Por ahora, me desplomo en esta cama. El tiempo se detiene. Vuelvo a cerrar los ojos. Para cuando los habrá quizá mis dolores ya no me desgarren tanto.











4 comentarios:

  1. Absolutamente MARAVILLOSO, miseria humana, sexo y soledad.............lo peor.........

    ResponderEliminar
  2. Te sigo de Face, gracias por mostrar lo que escondemos

    ResponderEliminar
  3. Cuando el alma se siente perdida
    el querer vencer la soledad
    despierta y hace que hagamos
    lo que no nos vamos a perdonar!!

    ResponderEliminar
  4. Creo que me siento menos miserable en estos momentos. Esos impulsos suicidas que quedan en una resaca cobarde, fría y maloliente son gritos de la persona real que quiere salir, que ya no quiere seguir reglas ni vivir al ritmo de los giros interminables de la tierra orbitando su estrella. Nuestra civilización es una estafa, un sinsentido, una forma de ocultarnos, como las bestias aguardan en sus cuevas a que caiga la noche. Quizás por eso estas historias tan tuyas y tan nuestras siempre ocurran al albergue de la noche, la sombra, la oscuridad. Empero, tu corazón se esconde aún más adentro, en un lugar blanco, tibio y acolchado. Un día te convidaré a ver una película mamona con algo rico para picar, unas simples cervezas importadas y te voy a follar como a una niña buena. Quedarás con tus calzoncitos rosados un poco húmedos.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.